La nueva Guerra Fría tecnológica: IA, chips y los movimientos estratégicos que están cambiando el mundo

La competencia por el liderazgo en inteligencia artificial y semiconductores ha desencadenado una nueva era de tensiones geopolíticas. Estados Unidos, China y otras potencias reconfiguran alianzas y estrategias en una carrera que redefine la economía global.

Industria Tecnológica.20 de mayo de 2025Redacción MBA.Redacción MBA.
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El tablero global se redibuja

En 2025, la tecnología no solo impulsa la innovación, sino que también se ha convertido en el epicentro de una competencia geopolítica sin precedentes. La pugna entre Estados Unidos y China por el dominio en inteligencia artificial (IA) y semiconductores ha escalado a una nueva "Guerra Fría tecnológica", afectando cadenas de suministro, inversiones y políticas internacionales.

La reciente advertencia del Departamento de Comercio de EE.UU. sobre el uso global de chips de IA de Huawei, señalando posibles violaciones a las leyes de exportación estadounidenses, ha intensificado las tensiones. China ha respondido acusando a EE.UU. de socavar acuerdos comerciales recientes y de aplicar medidas discriminatorias que distorsionan el mercado global.

Este clima ha generado una carrera por la soberanía tecnológica, en la que cada país busca reducir su dependencia de actores extranjeros para garantizar su competitividad y seguridad. El concepto de “friendshoring” —es decir, producir tecnología en países aliados— ha cobrado fuerza como una estrategia para mitigar riesgos geopolíticos.

A esto se suma un creciente nacionalismo tecnológico que impulsa políticas proteccionistas, restricciones al flujo de talento, y mayores controles sobre inversiones extranjeras. Las tensiones no solo son comerciales: también incluyen ciberseguridad, vigilancia, normas éticas en IA y control de narrativas globales a través de plataformas tecnológicas.

 
Chips: el nuevo oro del siglo XXI

Los semiconductores son el corazón de la revolución tecnológica actual. Empresas como NVIDIA han alcanzado valoraciones bursátiles históricas, superando temporalmente a gigantes como Microsoft y Apple. Este ascenso se debe en gran parte a la creciente demanda de chips especializados para aplicaciones de IA.

Por otro lado, TSMC, líder en fabricación de semiconductores, ha anunciado una expansión significativa en Estados Unidos, con inversiones que superan los $100 mil millones para establecer nuevas fábricas y centros de investigación. Esta estrategia busca diversificar la producción y reducir la dependencia de Asia en medio de las crecientes tensiones geopolíticas.

Los chips son fundamentales no solo para la IA, sino también para industrias clave como la automotriz, la aeroespacial, las telecomunicaciones y la defensa. La escasez de semiconductores en años recientes expuso la vulnerabilidad del modelo globalizado, donde una interrupción en la producción en Taiwán puede tener repercusiones en todo el planeta.

 
Restricciones y represalias

Estados Unidos ha intensificado las restricciones a la exportación de tecnología avanzada a China, especialmente en el sector de chips de IA. Estas medidas buscan limitar el acceso de empresas chinas a tecnologías críticas, argumentando preocupaciones de seguridad nacional.

En respuesta, China ha denunciado prácticas restrictivas por parte de EE.UU y la utilización el control de exportaciones como herramienta de presión económica. Estas acciones han generado incertidumbre en los mercados y han obligado a las empresas a reconsiderar sus cadenas de suministro y estrategias de inversión.

Además, el gobierno chino ha comenzado a desarrollar una estrategia de "autosuficiencia tecnológica", inyectando miles de millones de dólares en investigación y desarrollo para crear alternativas locales a tecnologías extranjeras. Gigantes como Alibaba, Tencent y Baidu están reorientando sus esfuerzos hacia hardware y soluciones de IA soberanas.

¿Cómo navegan las multinacionales en un entorno geopolítico fragmentado?

Para las empresas multinacionales, el paisaje tecnológico actual es un verdadero campo minado. Deben operar entre normativas divergentes, sanciones cruzadas y presiones políticas para alinearse con los intereses nacionales. Este entorno requiere resiliencia estratégica, inversión en inteligencia geopolítica y una redefinición profunda de sus operaciones globales.

La divergencia regulatoria es un desafío clave: lo que es legal en Europa puede estar restringido en China o no regulado en EE.UU. Las leyes de protección de datos, las normas sobre IA y ciberseguridad, y las políticas de localización de datos generan una complejidad legal y operativa que impacta tanto en los costos como en la innovación.

La presión política es constante: a menudo se exige a las empresas "elegir bando", lo que puede implicar perder mercados o proveedores clave. El fenómeno "China+1", la regionalización de operaciones y la duplicación de infraestructuras son algunas de las respuestas adoptadas. Sin embargo, todas estas estrategias conllevan costos elevados y riesgos de transferencia tecnológica no deseada.


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Medio Oriente: el nuevo jugador en IA


El Medio Oriente ha emergido como un actor clave en la carrera tecnológica. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos han anunciado inversiones multimillonarias en infraestructura de IA. La empresa saudí Humain, respaldada por el fondo soberano del país, ha establecido acuerdos con NVIDIA, AMD y Amazon Web Services para desarrollar centros de datos y capacidades de IA.


"Estas inversiones posicionan al Medio Oriente como un centro emergente de innovación tecnológica, diversificando sus economías más allá del petróleo."

— Informe de Wired sobre inversiones en IA en el Medio Oriente


En paralelo, Catar y Omán han lanzado fondos especializados en startups tecnológicas y universidades con programas de investigación en IA aplicada a salud, energía y educación. Este auge responde a una visión estratégica para reducir la dependencia de los hidrocarburos y anticiparse a los cambios estructurales de la economía global.

Sin embargo, estas alianzas también plantean preocupaciones sobre posibles filtraciones de tecnología a China, dada la compleja red de relaciones internacionales en la región. Las potencias occidentales observan con cautela el avance del Medio Oriente, a la vez que exploran oportunidades de colaboración.


América Latina: oportunidades y desafíos

En América Latina, el auge de la IA ha generado un ecosistema vibrante de startups. Empresas como Fracttal y Keybe están liderando innovaciones en sectores como mantenimiento predictivo y análisis de datos. Según el informe Latam AI Benchmarks 2025, el 60% de las nuevas startups en la región son nativas de IA, y el 70% del capital reciente se dirige a compañías con componentes de IA.


"La adopción de IA en América Latina no solo impulsa la innovación, sino que también presenta una oportunidad para posicionarse en la cadena de valor global."

— Latam AI Benchmarks 2025


Brasil, México, Colombia, Chile y Argentina son los principales hubs de desarrollo tecnológico en la región. La combinación de talento joven, costos operativos relativamente bajos y una creciente red de inversores ángeles ha impulsado la creación de empresas que exportan soluciones a Europa y Estados Unidos.

No obstante, la región enfrenta desafíos significativos, como la necesidad de infraestructura tecnológica adecuada, conectividad y políticas que fomenten la inversión y el desarrollo sostenible. También persiste una brecha de género y diversidad en el ecosistema emprendedor que necesita ser abordada para lograr un crecimiento inclusivo.

2eeefff1-c527-446d-af44-364b3ced57c1Trump intenta rediseñar los Mercados y Centros de Datos en Arabia Saudí y los Emiratos

¿Estamos presenciando el fin de la globalización tecnológica como la conocíamos?

Durante décadas, la globalización tecnológica propició un entorno de innovación sin precedentes, sustentado en cadenas de suministro integradas, colaboraciones científicas internacionales y flujo libre de talento y datos. Hoy, ese modelo se tambalea frente al ascenso del proteccionismo tecnológico y la tensión geopolítica entre superpotencias.

Las restricciones impuestas por Estados Unidos a las exportaciones de semiconductores de última generación, los planes de autosuficiencia tecnológica de China, y la tendencia global al "friend-shoring" y "nearshoring" son señales claras de un "desacoplamiento" progresivo. El concepto de "splinternet", con estándares y regulaciones diferentes por bloques geopolíticos, ya no es especulación: es una realidad en construcción.


“Estamos ante el fin de la era de la cooperación tecnológica global.”
Brad Smith, presidente de Microsoft (adaptación a partir de entrevistas post-2020)

Sin embargo, las interdependencias siguen siendo profundas. Ninguna nación controla por completo los conocimientos ni los recursos necesarios para dominar el panorama tecnológico. Las empresas multinacionales aún operan globalmente, y la investigación fundamental, especialmente en áreas como la ciencia básica o el cambio climático, necesita colaboración transfronteriza.

Más que el fin, lo que vemos es la transición hacia una globalización tecnológica fragmentada y vigilada. Un nuevo paradigma donde la cooperación subsiste, pero dentro de marcos estratégicos, con una supervisión estatal cada vez mayor. Este modelo podría ralentizar la innovación, aumentar los costos e intensificar la desigualdad entre países del "núcleo" tecnológico y los que quedan en la periferia.


La batalla global por el talento

En la intrincada red de la nueva guerra fría tecnológica, donde los semiconductores representan el nuevo territorio y la inteligencia artificial (IA) actúa como armamento estratégico, existe un recurso aún más codiciado y escaso: el capital humano. Las mentes que diseñan chips, programan algoritmos y vislumbran los próximos horizontes de la innovación se han convertido en activos de valor geopolítico. Esta contienda no se libra únicamente con aranceles o sanciones, sino con políticas migratorias selectivas, inversiones educativas y ofertas seductoras para atraer a los mejores cerebros del mundo.

Estados Unidos, históricamente un imán para científicos e ingenieros, enfrenta hoy nuevos desafíos. Internamente, una retórica nacionalista y políticas migratorias más estrictas amenazan su capacidad de atracción. Externamente, potencias como China despliegan programas como el famoso (aunque ahora más discreto) "Plan de los Mil Talentos", orientado a repatriar profesionales formados en el extranjero y captar expertos internacionales con paquetes sumamente atractivos. Europa, por su parte, impulsa iniciativas para consolidar su soberanía digital a través del fortalecimiento de su propio ecosistema de talento, especialmente en campos como la IA y la computación cuántica.


“La competencia por el talento será más feroz que la competencia por los recursos naturales.”
Kai-Fu Lee, exdirector de Google China y autor de "AI Superpowers"


Esta competencia también deja ver tensiones geopolíticas latentes: restricciones a la colaboración científica entre países rivales, sospechas de espionaje académico y un mayor control sobre los perfiles de estudiantes y profesionales en sectores sensibles. El fenómeno tradicional de la "fuga de cerebros" se transforma en una "circulación de cerebros"multidireccional, aunque persiste el riesgo de que ciertos países concentren desproporcionadamente el talento global, ampliando aún más las brechas de desarrollo.

A largo plazo, la capacidad para formar, atraer y retener talento innovador definirá el liderazgo tecnológico. La inversión en educación STEM desde edades tempranas, la creación de ecosistemas de investigación abiertos y colaborativos, y la apertura selectiva a la cooperación internacional serán los pilares de esa hegemonía futura. Porque en esta guerra fría, quien controle el conocimiento, controlará el mañana.


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La ética en la cuerda floja: cuando la carrera por la IA amenaza los derechos fundamentales


Mientras se intensifica la carrera por la supremacía en inteligencia artificial, impulsada por la rivalidad entre Estados Unidos y China, surge una preocupación crucial: ¿estamos sacrificando los derechos humanos y los principios éticos en nombre de la innovación y la seguridad estratégica?

Uno de los frentes más preocupantes es el de la vigilancia masiva. Tecnologías como el reconocimiento facial y los sistemas de crédito social, ya activos en algunas regiones, brindan herramientas sin precedentes para el control estatal. En un entorno de tensión geopolítica, su uso para fines de seguridad, represión o monitoreo ciudadano podría superar cualquier límite razonable, erosionando libertades fundamentales. A esto se suma la opacidad de los algoritmos y la recolección indiscriminada de datos personales, que desafían las normas básicas de privacidad.

Los sesgos algorítmicos son otra gran amenaza. Cuando los datos que alimentan a una IA contienen prejuicios históricos —raciales, de género o económicos—, el sistema no solo los perpetúa, sino que los amplifica. En sectores como la justicia, el empleo o las finanzas, esto puede conducir a discriminaciones sistemáticas. Sin regulaciones claras, la prisa por lanzar productos innovadores puede dejar en segundo plano la ética.

La perspectiva más inquietante está en el desarrollo de Sistemas de Armas Autónomas Letales (LAWS), conocidos como “robots asesinos”. El hecho de que máquinas puedan tomar decisiones letales sin intervención humana directa plantea una línea roja que, sin embargo, muchos actores podrían cruzar por temor a quedar rezagados militarmente. Este escenario podría acelerar una carrera armamentista con consecuencias imprevisibles para la estabilidad global.

“La lógica de la competencia podría llevarnos a desplegar tecnologías que ni siquiera comprendemos del todo, y mucho menos controlamos.”
— Informe de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional


Aunque iniciativas como el AI Act europeo buscan establecer normas éticas y centradas en los derechos humanos, la diversidad de enfoques a nivel global podría dar lugar a una competencia regulatoria que premie la laxitud ética. El riesgo: que se prioricen los entornos menos exigentes para acelerar desarrollos sin escrutinio.

En definitiva, la guerra tecnológica no es solo una disputa por el liderazgo económico y militar, sino una batalla por el alma de la innovación responsable.

La carrera por la supremacía en IA

La competencia no se limita a los chips. Los modelos de inteligencia artificial generativa, como GPT-4, Claude, Gemini y LLaMA, se han convertido en otra dimensión del conflicto. Estados Unidos mantiene la delantera en cuanto a desarrollo de modelos fundacionales, gracias a empresas como OpenAI, Google DeepMind, Meta y Anthropic.

China, sin embargo, avanza con rapidez. Modelos como ERNIE de Baidu y los desarrollos de SenseTime, iFLYTEK y Alibaba han mostrado capacidades competitivas, especialmente en dominios específicos del idioma chino. El gobierno chino ha facilitado el acceso a datos y potenciado la capacitación de talento local en IA, acelerando el desarrollo.

El futuro de esta carrera dependerá de tres factores clave: el acceso a datos de calidad, la disponibilidad de hardware de alto rendimiento (GPUs) y la formación de talento humano especializado. En este último punto, tanto China como Estados Unidos están invirtiendo fuertemente en sus sistemas educativos y en atraer talento internacional.


Diseño sin título-7Elon Musk vs. Sam Altman: Una guerra personal de ambiciones.


¿Una carrera armamentista con IA es inevitable?


Lejos de la ficción, el desarrollo de inteligencia artificial militar ya es una realidad en expansión. Desde sistemas autónomos de combate hasta algoritmos para ciberdefensa, vigilancia e influencia informativa, las grandes potencias invierten sin pausa, preocupadas por no quedar rezagadas frente a un adversario potencial.

“Estamos en los albores de una nueva carrera armamentista, más silenciosa pero igual de peligrosa que la nuclear.”
— Declaración del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS)
Los Sistemas de Armas Autónomas Letales (LAWS) representan uno de los mayores dilemas éticos y estratégicos del siglo XXI. Su despliegue puede reducir el umbral para iniciar conflictos, al disminuir el costo humano para los agresores, y hacer más difícil el control y la rendición de cuentas.

La falta de consenso global y la lentitud de los foros multilaterales, como la ONU, dificultan la regulación efectiva. Si no se establecen marcos de gobernanza internacionales, la IA podría convertirse en un acelerador del conflicto y la inestabilidad mundial.

Perspectivas futuras

La "Guerra Fría tecnológica" redefine las dinámicas globales, con la IA y los semiconductores como pieza central del entramado tecnológico. Las decisiones que se tomen hoy en términos de políticas, inversiones y alianzas estratégicas tendrán repercusiones duraderas en la economía y la seguridad global.

Para América Latina, este contexto presenta tanto riesgos como oportunidades. La capacidad de adaptarse, innovar y establecer colaboraciones estratégicas será crucial para navegar en este nuevo orden tecnológico mundial. Los gobiernos deberán asumir un rol activo, no solo como reguladores, sino como promotores del desarrollo científico y tecnológico.

La historia se está escribiendo ahora. Y como toda gran transformación, traerá ganadores y perdedores. Pero también la posibilidad de un futuro donde la tecnología no solo sea un arma de poder, sino una herramienta para el desarrollo global y equitativo.











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