Australia acaba de prohibir redes sociales a menores de 16 años, y ya hay una cadena de países —Dinamarca, Malasia, Noruega— que preparan sus propios “bloqueos digitales” inspirados en ese modelo. El debate sobre la infancia en internet se ha vuelto global.
Sociedad y TecnologíaHace 6 horas
Redacción MBA
Australia se convirtió en el primer país del mundo en prohibir por ley el acceso a redes sociales a menores de 16 años, una medida que entró en vigor a principios de diciembre de 2025 y que obliga a plataformas como Instagram, TikTok, YouTube, X, Snapchat y Reddit a cerrar cuentas de usuarios menores de esa edad. La norma, que se presenta como una protección radical contra el acoso, la ansiedad y el contenido dañino, ha desatado un efecto dominó: gobiernos de Europa y Asia ya están copiando el modelo, con propuestas de bloqueos digitales para niños y adolescentes que amenazan con redefinir la infancia en la era de la red.
Este no es un simple ajuste de edad de uso; es un experimento político masivo sobre hasta dónde puede llegar el Estado para “proteger” a los jóvenes de la tecnología que los rodea. Y detrás de la retórica de bienestar, hay una batalla legal, tecnológica y ética que apenas empieza.
La ley australiana no deja margen: cualquier persona menor de 16 años no puede tener cuenta en las principales redes sociales, y las plataformas están obligadas a tomar “medidas razonables” para verificar la edad y cerrar cuentas de menores. El listado oficial incluye Facebook, Instagram, TikTok, X, YouTube, Snapchat, Reddit, Twitch, Threads y Kick, pero excluye servicios como Roblox o chatbots de IA, lo que ya genera críticas sobre inconsistencia.
Las plataformas deben usar mecanismos de verificación de edad —como análisis facial, datos bancarios, documentos oficiales o comportamiento en línea—, pero no pueden obligar a entregar identificación oficial como único método, por cuestiones de privacidad. Si no cumplen, enfrentan multas de hasta 50 millones de dólares australianos (unos 33 millones de dólares estadounidenses).
El argumento del gobierno es claro: las redes sociales están dañando la salud mental de los jóvenes, y es hora de que el Estado intervenga de forma drástica. Pero la medida ya enfrenta su primera gran batalla legal: Reddit presentó una demanda ante la Corte Suprema de Australia, argumentando que la ley viola la libertad de expresión política de los adolescentes y que la plataforma no debería considerarse una red social en el mismo sentido que Instagram o TikTok.
Siguiendo el ejemplo australiano, Dinamarca anunció en noviembre de 2025 un plan para prohibir el acceso a redes sociales a menores de 15 años, una de las medidas más estrictas en Europa. La primera ministra Mette Frederiksen ha sido muy clara: “Hemos desatado un monstruo. Los teléfonos móviles y las redes sociales están robando la infancia de nuestros hijos”.
La propuesta danesa prohíbe el acceso a varias redes sociales para menores de 15 años, aunque permite que los padres den permiso para que sus hijos de 13 y 14 años tengan cuentas. A diferencia de Australia, donde la prohibición es absoluta, Dinamarca introduce una vía de excepción familiar, pero mantiene la idea central: la infancia digital debe tener un límite de edad fijo, no dejado al criterio de las plataformas.
El gobierno danés ya había tomado medidas previas, como prohibir teléfonos móviles en escuelas y centros de after-school, lo que muestra una estrategia más amplia de desconexión digital en la infancia. Ahora, con el bloqueo a redes sociales, Dinamarca se posiciona como el primer país europeo en copiar el modelo de prohibición total, aunque con matices que dejan espacio a la decisión parental.
Malasia también se suma al efecto dominó: el gobierno anunció planes para prohibir el acceso a redes sociales a menores de 16 años a partir de 2026, siguiendo el modelo australiano. El ministro de Comunicaciones, Fahmi Fadzil, explicó que la medida busca proteger a los jóvenes de ciberacoso, estafas financieras y contenido sexual, y espera que las plataformas cumplan con la decisión gubernamental.
Lo más llamativo es el mecanismo de control: Malasia planea usar verificación biométrica o documentos de identidad (DNI) para confirmar la edad, lo que implica un sistema de identificación digital mucho más intrusivo que el australiano. Además, desde enero de 2025, las plataformas con más de 8 millones de usuarios en el país deben obtener licencia y cumplir con protocolos de verificación de edad y seguridad de contenido, lo que convierte a Malasia en un laboratorio de control digital estatal.
Este enfoque es más cercano al de China que al de Occidente: no solo se limita el acceso, sino que se exige a las plataformas una relación directa con el Estado, con licencias y controles de contenido. La pregunta es si esta estrategia realmente protege a los niños o si, en cambio, normaliza un modelo de internet altamente vigilado y controlado por el poder político.
Noruega, por su parte, está avanzando hacia una ley que establezca una edad mínima de 15 años para acceder a redes sociales, elevando el límite desde los 13 actuales. El gobierno noruego argumenta que los algoritmos y el diseño de las plataformas están “enfrentados a los cerebros de los niños” y que es necesario proteger a la infancia de la explotación comercial, el contenido dañino y el abuso.
La propuesta noruega no es solo una prohibición; forma parte de un paquete más amplio que incluye elevar la edad de consentimiento para el tratamiento de datos personales a 15 años, fortalecer las sanciones por publicidad dirigida a menores y emitir recomendaciones nacionales sobre tiempo de pantalla y uso de móviles en las escuelas. El objetivo es claro: recuperar la infancia de las manos de los algoritmos y las lógicas de negocio de las grandes plataformas.
Noruega también está trabajando en sistemas de verificación de edad, aunque reconoce que las soluciones tecnológicas actuales aún no son completamente fiables. Esto pone en evidencia un problema común a todos estos países: ¿cómo se verifica la edad sin invadir la privacidad de todos los usuarios, incluidos los adultos?
Mientras los gobiernos avanzan con sus bloqueos, las plataformas no se quedan quietas. Reddit lanzó una demanda contra el gobierno australiano en la Corte Suprema, argumentando que la prohibición viola la libertad de expresión política de los adolescentes. La plataforma sostiene que, al impedir que menores de 16 años accedan a Reddit, se les priva de participar en debates políticos, sociales y culturales que moldearán sus decisiones cuando lleguen a la mayoría de edad.
Además, Reddit insiste en que no es una red social en el sentido tradicional, sino un foro de discusión sobre ideas y contenido, y que gran parte de su contenido es accesible sin cuenta, lo que, según la empresa, reduce el impacto real de la prohibición en la protección de menores. Esta distinción es clave: si la ley se aplica a cualquier plataforma de interacción, el riesgo es que se censure no solo el entretenimiento, sino también el debate público.
La demanda de Reddit no es un caso aislado; también hay una acción legal de un grupo de derechos digitales y de adolescentes australianos que cuestionan la constitucionalidad de la ley. El resultado de estos procesos no solo afectará a Australia, sino que sentará un precedente para todos los países que quieran copiar el modelo de bloqueo digital.
Detrás de cada bloqueo digital hay una pregunta incómoda: ¿estamos protegiendo a los niños o simplemente trasladando el control de las plataformas al Estado? Las medidas de Australia, Dinamarca, Malasia y Noruega responden a una preocupación real: el impacto de las redes sociales en la salud mental, la atención y la identidad de los jóvenes.
Pero también abren la puerta a un modelo de internet donde el acceso a la información, la participación política y la vida social están condicionados por la edad y la identificación biométrica. Y en países con regímenes menos democráticos, ese mismo modelo puede usarse para silenciar voces críticas bajo el pretexto de la protección infantil.
La infancia digital no puede resolverse solo con prohibiciones; requiere educación digital, regulación de diseño, responsabilidad de las plataformas y un debate serio sobre qué tipo de relación queremos que los jóvenes tengan con la tecnología. Porque el verdadero riesgo no es que los niños usen redes sociales, sino que crezcan en un mundo donde su acceso a la red dependa de un bloqueo estatal, no de su capacidad para navegarla con criterio.
El patrón es claro: la era de la “infancia libre” en internet está terminando, y en su lugar surge un mundo de “infancia controlada”, donde el acceso a la red se negocia entre gobiernos, plataformas y padres. La pregunta que queda es simple: ¿qué tipo de infancia digital queremos para la próxima generación?
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