
El acuerdo que habilita a Sora y ChatGPT Images a usar más de 200 personajes de Disney no se entiende solo como un contrato de licencia: es una operación financiera y estratégica donde el “pago” se desplaza del efectivo a la exposición accionaria, en un momento en que Hollywood intenta domesticar —sin frenar— la economía de la IA generativa.
















